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jueves, 5 de mayo de 2016

LA RESERVA DE VALDESERRILLAS (I): LA PRIMERA VISITA.




Hago un alto en el camino, antes de seguir con la serie de entradas sobre los linces en España, atendiendo a la oportunidad que el otro día me procuró el director de la Reserva de Valdeserrillas, para ser testigo en directo de la suelta de nuevos bisontes.
Permítanme, pues, que intercale un par de entradas dedicadas a este asunto, por haber sido noticia de actualidad en los últimos días, bastante vinculada a la temática principal del blog.
Como me queda bastante cerca de casa he podido visitarla ya en dos ocasiones, y dado que en éste y algún otro espacio de la Red ha aparecido mencionada y ha suscitado algún interés, me parece oportuno abordar el tema, siempre desde una visión subjetiva sobre lo apreciado en apenas unas cuantas horas, para ir analizando su significado al menos en tanto en cuanto a lo que representa o puede llegar a representar respecto a los conceptos que tratamos por aquí.

Reserva de Valdeserrillas.
La Reserva de Valdeserrillas (Benagéber) es un antiguo centro de fauna puesto en marcha por ICONA en 1972, que en su momento se proyectó para el estudio de la reintroducción de especies cinegéticas en la comarca valenciana de Los Serranos.
Esta comarca limita con las provincias de Castellón, Teruel y Cuenca, y tiene una extensión de 1.405 km2 repartidos entre 19 municipios con una población total de alrededor de 17.935 habitantes, unos 12 habitantes por km2 que, no obstante, quedan bastante concentrados en sus cuatro localidades más habitadas; Villar del Arzobispo, Pedralba, Chelva y Tuéjar, que suman más de la mitad del cómputo global.


De las treinta y cuatro comarcas de la Comunidad Valenciana, Los Serranos es la segunda más grande, pero se cuenta entre aquellas con menor densidad de habitantes por km2, siendo sólo superada en este sentido por Els Ports, Rincón de Ademuz, Alto Mijares, Valle de Ayora y Alt Maestrat.
La comarca de Los Serranos, conocida también como Serranía o Alto Turia, se encuentra ubicada, geográficamente hablando, en el extremo meridional del Sistema Ibérico, que sólo se prolonga algo más allá, hacia el sur, por el Macizo del Caroig, ya en el límite a partir del cual el Sistema Ibérico da paso a las montañas alicantinas y murcianas que configuran el extremo más oriental del Bético.
Una zona de montaña media, de pocos contrastes, que sólo se aprecian en sus extremos orientales y occidentales, pues en el primero aún encontramos tierras bajas con dominio del naranjal, mientras en el segundo se alcanzan cotas de más de 1.500 m de altura, de tipo continental.


Es en esta vasta extensión de tierras montanas, bastante bien conservadas, prácticamente deshabitadas y de clima principalmente mesomediterráneo, en transición hacia el supramediterráneo, donde encontramos localizada una pequeña “península”, antiguamente conocida como partida de El Algezar, con forma más o menos cuadrangular, de unas 350 hectáreas, que surgió como fruto del embalse de las aguas del Turia en Benagéber tras la proyección del pantano que lleva su nombre, en 1933, y que posteriormente sería destinada para la creación de la reserva.

La vegetación de la reserva está comandada por la masa forestal que tiene como protagonista al pino carrasco o halepo (Pinus halepensis), en diferentes estados de crecimiento, en algunos casos de buen porte, al que se suma un sotobosque que, dentro del recinto (y no tanto en los alrededores, donde hay mayor variedad)  se compone principalmente del romeral-tomillar, que constituye uno de los últimos pasos antes de la degradación total de la vegetación potencial mediterránea.
Son comunes, además del romero y el tomillo, otros arbustos como la coscoja, el brezo, el enebro y la aliaga, y más escasos o testimoniales ciertos árboles como las encinas, conocidas por estas tierras con el nombre de carrascas, y alguna otra especie de pino.
Es posible que la diferencia entre el sustrato arbustivo de la reserva, y el que he podido observar en otras áreas de la zona, esté determinado por un pasado reciente condicionado por dos factores. En primer lugar, que la Partida de El Algezar, donde hoy queda la reserva, estuvo cultivada en su mayor parte antes de la creación del pantano en 1933, y que posteriormente, puesta en marcha ya la reserva en 1972, sufrió una mayor presión de sobrepastoreo concentrado por parte de las reses cinegéticas que allí se albergaban. 

Pinos y romeral-coscojal, principal composición vegetal de la reserva.

Del mismo modo, las especies arbóreas, sin llegar a ser abundantes debido al predominio del pino carrasco por repoblaciones masivas del siglo anterior, están también mejor representadas en umbrías y barrancos de los alrededores.
La reserva, al contrario de lo que sucede en buena parte de la comarca, carece además de cursos estables de agua que no sean aquellos que, fuera de ella, desembocan en el embalse (Regajo y Turia), aunque de manera puntual pueda recibir algún aporte estacional en dos o tres barrancos significativos, lo que sumado al estrés hídrico que supone el período de sequía estival se convierte en un hándicap importante que tiene que ser solventado a través de la creación de bebederos para la fauna, además de condicionar bastante la vegetación.
En el punto más alto de la reserva, la zona conocida como Los Picahos (763 m. en su cima más alta) existe un aljibe, y al parecer se está proyectando el crear algunas charcas o lagunas con agua renovable a partir de la instalación de bombas que lleven hasta la parte superior del lugar el líquido elemento, por ser ésta la zona de la reserva con mayores posibilidades para el pasto, ya que fuera de la “planicie” de la cima, el resto del espacio es un terreno de pendiente montañosa pronunciada (en su gran mayoría) hasta el límite del embalse.
Aunque la reserva queda rodeada en tres cuartas partes por las aguas del pantano, un lado del cuadrado la une al resto de un inmenso territorio que, imposible de abarcar con la vista, se prolonga más allá de tierras valencianas en un todo con la Serranía de Cuenca, a través de la Sierra de Mira, y también con Javalambre o la Sierra Calderona, y más allá, con los Montes Universales, el Alto Tajo y el Maestrazgo. 


En resumen, que el lugar donde se ubica la reserva de Benagéber forma parte de ese importantísimo territorio del Sistema Ibérico Meridional que ya tratamos en su momento en el blog anterior como uno de las mejores áreas a nivel peninsular, por calidad ambiental y despoblación humana, para poner en marcha procesos rewilding.
Queda cercada toda la reserva con vallas de mallado cinegético, pero con algunos pasos para fauna, y con una alzada fácilmente superable para los ungulados salvajes que viven fuera de ella y que entran o salen con frecuencia.
Dentro del recinto existen algunas zonas con pastor eléctrico, para dificultar el acceso de los grandes herbívoros al área recreativa.
La fauna silvestre de la comarca abarca un número importantísimo de especies, entre las que podríamos destacar al ciervo, el jabalí, el corzo, y algunas cabras hispánicas, muflones y, posiblemente gamos. Abundan también las piezas de caza menor como conejos, liebres, perdices y palomas torcaces. Entre los mamíferos carnívoros encontramos al zorro, gato montés, tejón, gineta, garduña, comadreja, turón, detectada también la presencia del alóctono visón americano,  y también la de la nutria, que mantuvo en esta zona uno de sus últimos enclaves de supervivencia en la Comunidad Valenciana, a partir del cual ha recuperado distribución en dirección hacia el Mediterráneo, siguiendo el curso del Turia.
En Los Serranos están presentes casi todas las especies de aves de interior de la Comunidad Valenciana, destacando las rapaces, como el águila real, perdicera, el halcón peregrino y el búho real. El buitre leonado mantiene una colonia reproductora en la parte norte, siendo frecuente su presencia en la reserva, y también se deja ver algún ejemplar de alimoche.
No faltan tampoco anfibios y reptiles. Entre los primeros cabe destacar la presencia del gallipato, habitante de aguas con poca corriente como charcas y balsas, al que se encuentra incluso dentro de la misma reserva.
Respecto a los reptiles, podríamos nombrar al galápago leproso, el lagarto ocelado, la víbora hocicuda y distintas especies de culebras, así como la indeseable presencia del alóctono galápago de Florida.
La fauna piscícola ha sufrido mucho no tanto la sobrepesca, sino más bien la introducción de especies foráneas en el pantano, como el black-bass, siendo hoy prácticamente inexistente en la zona o muy testimonial.

Ciervo, muflones, jabalí, corzo, cabra montés y gamo.

Teniendo en cuenta todos estos precedentes, en mayo de 2015 conocí la noticia de que una nueva gestora se había hecho cargo de la reserva, para revitalizar la zona a través del turismo sostenible, y que con el fin de promocionar su visita había puesto en marcha distintas iniciativas, entre las que figuraba la presencia de algunas especies como caballos, asnos, búfalos de agua, y en breve, bisontes europeos, además de otras como ciervos, gamos, muflones o cabras, ya presentes.
Un apasionado del rewilding como el que les habla, aun manteniendo todo el escepticismo del mundo, no podía dejar escapar la ocasión de conocer más a fondo el proyecto, por lo que desde que estuvo en mi conocimiento, me fijé como ineludible su visita, para conocerlo más de cerca y poder valorarlo con más acierto desde los puntos de vista que aquí tratamos.

Hubo un primer intento en enero de 2016, cuando conseguí juntar a un par de familias amigas para hacer una visita, pero entonces el barco solar estaba en mantenimiento, por lo que decidimos dejar la actividad para más adelante.
Fue por fin en marzo de este mismo año cuando cinco adultos y cinco niños concertamos nuestra visita (siempre con cita previa) a la Reserva de Valdeserrillas.
A las once estábamos en el embarcadero de Fuente Muñoz, en un radiante día de sol, desde donde partimos tras conocer a Carlos Álamo, actual director y gestor del proyecto, a través de la empresa Picturalia, marca asociada al mundo de la fotografía profesional.


Desde el principio las sensaciones fueron buenas, comprobando una cualidad que no iba a pasar desapercibida en ningún momento, la tremenda ilusión, las enormes ganas de este joven emprendedor por sacar adelante su proyecto, con toda la pasión del mundo, lo que ya de entrada evalué de forma muy positiva respecto a la posibilidad de llevar adelante algo, por mínimo que sea, respecto al concepto rewilding.
Carlos es de los que sacan el córner y rematan a la vez, igual conduce el barco solar, como explica la historia de la zona y sus atractivos naturales, desarrolla las inquietudes del proyecto llevado a cabo, y te atrapa con un trato cercano y muy humano, ganándote pronto, tal y como todos los allí presentes comprobamos de inmediato.
Tras la llegada al apeadero natural de la reserva, ejerció además de líder de su grupo dando indicaciones a los empleados que nos iban a guiar, a pie, en una ruta fácil por pista forestal que nos llevaría hasta la zona de picnic o recreativa, además de asegurarse de que todos estábamos preparados y sin ningún tipo de problemas, ofreciendo, además, la posibilidad de recoger a los más pequeños en el momento que fuera, en el todoterreno, si ello resultaba necesario.
El agradable paseo llegó a su fin cuando alcanzamos la zona recreativa, en donde, aislados por unos vallados de pastor eléctrico, nos encontramos con un caballo, varios mulos, un asno, cinco búfalos de agua y un bisonte, que, lógicamente, habían sido atraídos al lugar para que pudiéramos contemplarlos.



Cabe matizar que el proyecto se encuentra todavía en pañales, en su primera fase, y que las actividades se programan un poco sobre la marcha. La intención es que, cuanto antes, se den las condiciones para realizar los denominados “safaris”, donde si se quiere ver animales, habrá de lograrse de forma más natural, buscándolos por la reserva, en semilibertad.
Allí pudimos conocer aspectos básicos de concienciación y divulgación sobre la historia del bisonte europeo, y también sobre la problemática de la ausencia actual de ganado en los montes, que hace proliferar en exceso el matorral mediterráneo, convirtiéndose en un polvorín que es una bomba de relojería cuando se juntan los factores sequía y repoblación con especies pirófitas como el pino carrasco.
Pero a mí, como ya imaginarán, me interesaban más otros aspectos que desconocía y de los que quería saber, orientados al concepto rewilding, por ejemplo que los cinco búfalos de agua presentes en el parque eran los que ya conocía de la Laguna de El Cañizar (Teruel), a la que tantos comentarios, y varias entradas, había dedicado en el anterior blog de El Tiempo que Olvidamos, tras haberla visitado.
Supe por Carlos que los búfalos habían sido cedidos por la Laguna y por el Gobierno de Aragón tras los problemas sociales que, aún a día de hoy, siguen presentes en los municipios turolenses. Por desgracia parece que el ocaso de ese enclave es un hecho, y lo que pudo ser un éxito revitalizador de las comarcas implicadas se ha visto abocado al fracaso por las disputas vecinales.

Búfalos de agua.

Tampoco ha quedado exenta de problemas la iniciativa de Valdeserrilas. Todos los inicios son duros, y sólo queda superar la adversidad con empeño y determinación, apostando por lo que se cree.
Desde la desaparición de ICONA en 1991, la reserva quedó en un estado de práctico abandono que favoreció el furtivismo y las malas prácticas, y esto, por desgracia, aún colea de forma vestigial tal y como tuvo que padecer la actual gestora cuando un indeseable penetró en el recinto y la emprendió a tiros con los búfalos de agua, matando un ejemplar e hiriendo al resto que, por suerte, y gracias a los cuidados procurados, ya se encuentran restablecidos.
La oferta de la venta de la carne del animal en un establecimiento de la zona hizo que las avanzadas pesquisas de las autoridades dieran con el furtivo, al que se espera le caiga una sanción ejemplar que quite las ganas a otros posibles infractores.

Bisonte europeo.
 Conocimos además que si bien los bisontes se han adaptado a la zona, alimentándose de la vegetación autóctona, todavía requieren de cierta alimentación suplementaria, algo que no sucede con los búfalos de agua, que se han erigido como auténticos “todoterreno” que devoran todo aquello que encuentran a su paso, sin necesidad de suplementos.
Es sorprendente la asombrosa adaptabilidad y posibilidad de los búfalos de agua en nuestro país, pues conocida la adaptación a su hábitat óptimo, los humedales (como Els Aiguamolls de l’Empordá),  supimos después cómo no tuvieron ningún problema en adaptarse al frío continental de la laguna turolense, con nevadas y temperaturas con bastantes grados por debajo de cero durante el invierno. 




Ahora, sabemos también que, sin siquiera acceso a las aguas del embalse, se encuentran a sus anchas en el matorral y pinar mediterráneo, aunque en lo más tórrido del verano se les facilite charcos de barro para refrescarse.



Después de la experiencia didáctica, los más entusiasmados con los animales que veían bien de cerca, los niños, tuvieron además su momento de actividades llevado a cabo por una monitora del parque, quien de forma muy amena realizó para ellos unos juegos y talleres.
Mientras tanto, los adultos preparábamos el pícnic con los alimentos que traíamos de casa, en las mesas que se encuentran junto a la caseta principal del parque.
Ese momento fue el que elegí para aproximarme a Carlos, ahora que parecía menos atosigado por las circunstancias del trabajo, e iniciar una conversación que parecía no tener fin. Y es que, cuando dos apasionados en una materia se juntan…
Hablamos de las distintas ofertas que pensaban ser puestas en marcha, también sobre rewilding, posibilidades, realismo, noticias sobre fauna, y todo ello desembocó en facilitarnos nuestros correos de contacto, y en la oferta del director para invitarme a la nueva suelta de bisontes que tendría lugar en unas semanas, algo que acepté encantado.
El tiempo se nos había echado encima, y aún teníamos que comer y volver al barco solar, así que retomamos nuestros quehaceres y el resto de la jornada se desarrolló de forma más rápida, hasta llegar al barco que nos habría de llevar hasta la otra orilla donde habíamos aparcado los coches particulares.
Aún hubo tiempo de que los niños que así lo desearon, se sintieran capitanes de barco por unos instantes, cuando Carlos les invitó a “tomar los mandos” siempre bajo su supervisión, claro está.

Área de pícnic


Toda una experiencia, un día bien empleado, y con un precio asequible y acorde a lo disfrutado.

Como primera toma de contacto, me llevé la impresión de que el proyecto tenía ciertas posibilidades para salir adelante, aunque muchas de ellas todavía no estaban bien desarrolladas, pero por otro lado también me quedó la impresión de que, primero, quedaba mucho trabajo por delante, segundo, no me quedaba clara la trayectoria y orientación o proyección del mismo, tanto en vistas a consolidarse como proyecto económico, y sobre todo, respecto a lo que podría aportar, aun mínimamente, al concepto rewilding.

Mi opinión tendría que esperar pues, hasta una nueva visita, aquella que habría de producirse un mes después y que será el tema de la próxima entrada del blog.










Crédito de imágenes:

Todas las imágenes de la entrada son de Miguel Llabata.

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