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martes, 5 de mayo de 2015

MUNDO REWILDING: EUROPA (VII). LA CONECTIVIDAD DE LAS ÁREAS NATURALES.




Como ya les avancé, seguimos profundizando en el concepto “rewilding” aplicado a Europa, centrando especialmente la cuestión en el ámbito de España, que es el más de cerca toca a quien les escribe, aunque las líneas maestras bien deberían ser aplicadas al marco global del continente, si es que se quiere alcanzar el objetivo final.
La estrategia principal se centra, pues, en las áreas protegidas y los grandes conectores naturales europeos, a través de corredores biológicos, sabedores de la importancia del tema, para nuestro futuro y el de quienes han de venir.


La Ley 4/1989, de 27 de marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres expone:

En las sociedades altamente industrializadas de nuestro tiempo se ha extendido, desde hace ya algunos años, la preocupación de los ciudadanos y de los poderes públicos por los problemas relativos a la conservación de la naturaleza. El agotamiento de los recursos naturales a causa de su explotación económica incontrolada, la desaparición en ocasiones irreversible de gran cantidad de especies de la flora y la fauna y la degradación de aquellos espacios naturales poco alterados hasta el momento por la acción del hombre han motivado que lo que en su día fue motivo de inquietud solamente para la comunidad científica y minorías socialmente avanzadas se convierta hoy en uno de los retos más acuciantes. Superados históricamente los criterios que preconizaron un proceso de industrialización, la necesidad de asegurar una digna calidad de vida para todos los ciudadanos obliga a admitir que la política de conservación de la naturaleza es uno de los grandes cometidos públicos de nuestra época.
Nuestra Constitución ha plasmado en su artículo 45 tales principios y exigencias.
Tras reconocer que todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo, exige a los poderes públicos que velen por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose para ello en la indispensable solidaridad colectiva.
La aparición de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales y de las Directrices para la Ordenación de los Recursos Naturales, significa la aparición de una nueva política conservacionista no reducida a los concretos enclaves considerados espacios naturales protegidos.
La utilización ordenada de los recursos, garantizando el aprovechamiento sostenido de las especies y de los ecosistemas, su restauración y mejora.
Las Administraciones competentes garantizarán que la gestión de los recursos naturales se produzca con los mayores beneficios para las generaciones actuales, sin merma de su potencialidad para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras.

Corredor Norte Ibérico.


TÍTULO III- De la protección de los espacios naturales:

Capítulo I
1. La utilización del suelo con fines agrícolas, forestales y ganaderos deberá orientarse al mantenimiento del potencial biológico y capacidad productiva del mismo, con respeto a los ecosistemas del entorno.

2. La acción de las Administraciones Públicas en materia forestal se orientará a lograr la protección, restauración, mejora y ordenado aprovechamiento de los montes, cualquiera que sea su titularidad, y su gestión técnica deberá ser acorde con sus características legales, ecológicas, forestales y socioeconómicas, prevaleciendo en todo caso el interés público sobre el privado.

3. La planificación hidrológica deberá prever en cada cuenca hidrográfica las necesidades y requisitos para la conservación y restauración de los espacios naturales en ella existentes y en particular de las zonas húmedas.

Capítulo II
1. Aquellos espacios del territorio nacional, incluidas las aguas continentales, y los espacios marítimos sujetos a la jurisdicción nacional, incluidas la zona económica exclusiva y la plataforma continental, que contengan elementos y sistemas naturales de especial interés o valores naturales sobresalientes, podrán ser declarados protegidos de acuerdo con lo regulado en esta Ley.

2. La protección de estos espacios podrá obedecer, entre otras, a las siguientes finalidades:

a) Constituir una red representativa de los principales ecosistemas y regiones naturales existentes en el territorio nacional.

b) Proteger aquellas áreas y elementos naturales que ofrezcan un interés singular desde el punto de vista científico, cultural, educativo, estético, paisajístico y recreativo.

c) Contribuir a la supervivencia de comunidades o especies necesitadas de protección, mediante la conservación de sus hábitats.

d) Colaborar en programas internacionales de conservación de espacios naturales y de vida silvestre, de los que España sea parte.

3. La declaración de un espacio como protegido lleva aparejada la de utilidad pública, a efectos expropiatorios de los bienes y derechos afectados, y la facultad de la Administración competente para el ejercicio de los derechos de tanteo y retracto, en las transmisiones onerosas intervivos de terrenos situados en el interior del mismo.

Corredor Oeste Ibérico.
 


Entre los objetivos de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales figura el siguiente:

Señalar los regímenes de protección que procedan.

Existen, pues, una serie de categorías de protección, que quedan catalogadas bajo cuatro modelos:

a) Parques.

b) Reservas Naturales,

c) Monumentos Naturales.

d) Paisajes Protegidos.

Dentro de ellos encontramos una serie de denominaciones que, bajo mayor o menor grado de protección, encuadran el conjunto global de áreas de prioridad en cuanto a conservación en nuestro país: Parques Nacionales, Parques Naturales, Reservas Integrales, Parques Regionales, Parques Periurbanos, Parajes Naturales, Monumentos Naturales o Zonas de Especial protección para las Aves (ZEPAS)...
De entre todos ellos, evidentemente, como veíamos en el capítulo anterior de esta serie, la figura de Parque Nacional representa el escalón más alto, el icono de salvaguarda y conservación de espacios naturales en España.
Sin embargo, las Reservas Integrales, escasas, pero necesarias, suponen a mi modo de ver el escalón más alto, el peldaño supremo de la protección y conservación del entorno, siendo figuras muy restrictivas y poco permisivas, incluso con el acceso al público, que suele estar limitado en estas zonas a un cupo determinado de personas al día.
Algo que debería contemplarse también para determinadas áreas-santuario dentro de los Parques Nacionales.
Faltarían, además, una serie de territorios destinados al provecho cinegético, como las Reservas Nacionales/Regionales de Caza o los Cotos Nacionales de Caza, algunos de las cuales, por su alto valor medioambiental, han quedado incluidos en otras figuras de protección mayor, desestimándose en ciertos casos su continuidad, prolongándose la misma en otros.
Estas reservas de caza  fueron creadas durante la década de los cincuenta y la de los sesenta del siglo XX. Su finalidad, ésta, que algo más tarde recogió el B.O.E. encontrándose aún vigente:

“Las especiales circunstancias, de orden físico y biológico, que concurren en determinadas comarcas españolas las señalan como núcleos de excepcionales posibilidades cinegéticas, cuya protección, complementada con las adecuadas medidas de conservación y fomento, podría garantizar la difícil pervivencia de especies tan características de la fauna ibérica como son la cabra montés, el rebeco, el corzo, el oso, el urogallo y otras.
Estas consideraciones de orden cinegético, unidas a los reconocidos valores agrestes de las comarcas que se pretende proteger, son, de por sí, lo suficientemente importantes para ocupar la atención especial del Estado, constituyendo en ellas las denominadas Reservas Nacionales de Caza. En estas Reservas, previa la protección y cuidados necesarios, una vez que se consigan alcanzar niveles de densidad cinegética biológicamente adecuados, será llegado el momento de ordenar el aprovechamiento de esta riqueza, procurando dirigir hacia las comarcas afectadas una intensa corriente dineraria que permita mejorar sustancialmente sus condiciones económicas y sociales, con evidente beneficio de todos los intereses afectados.
Con la creación de estas Reservas se inicia en España un importante programa de protección y conservación de su fauna más selecta, mediante el cual será posible asegurar la utilización racional de estos recursos, contribuyendo así a promover la máxima satisfacción social, económica y recreativa que la Naturaleza y los seres que la pueblan puedan proporcionar a una comunidad.”

Corredor Centro Ibérico.


Bien, atendiendo a este marco a nivel nacional, siempre orientado a la salvaguarda del patrimonio natural para las generaciones futuras, se plantean varias cuestiones a tratar.
Éstas, entran ya en el plano más subjetivo, claro está, pero siempre, tomando como referencia la objetividad de lo anteriormente expuesto.
En mi opinión, el conservacionismo, y toda la Sociedad en general, debemos tratar el conjunto global, dirigir nuestra atención a un mantenimiento efectivo de la naturaleza, en muchos ámbitos, ahora bien, debemos contar también con nosotros mismos, con los humanos, ser también tremendamente realistas, pisar tierra firme, y saber cuál es la situación actual, para, desde planteamientos asumibles, seguir avanzando a través de puentes que nos lleven a un futuro más sostenible.
Y es que, lo que desde el realismo no se puede asumir, son ciertas ideas de purismo integral o radical aplicadas a todo el territorio de una nación.
Es imposible atar de pies y manos al ser humano, es imposible y sería abominable pensar en la erradicación del 90% de la población y pedirle al resto que volviera a un estilo de vida como el del Paleolítico, en pequeñas familias a modo de "elegidos" que afectasen menos a la naturaleza. En definitiva, es imposible pedirle al ser humano que deje de ser lo que es.
A partir de aquí, lo que sí observamos es una tendencia de la humanidad, al menos en los países desarrollados, a la agrupación en grandes urbes.
Éste ya es un primer paso para que otro porcentaje bastante importante de tierras haya quedado con menor presencia humana. Ahora bien, el conjunto de la población, sigue necesitando del medio natural para su sustento, progreso, y ¡ojo!, ¡disfrute del mismo!
Yo desde luego entiendo esa protección como algo digno de admiración y disfrute, sirviendo para una causa mayor, la de ir fomentando un todo más amplio que seguir disfrutando in situ, nosotros, y las generaciones venideras.

Corredor Este Ibérico.

Eso sí, cuando hablamos de gestión y sostenibilidad hablamos de muy diversas posibilidades, y en el caso concreto de las áreas de máxima protección y catalogación, deben centrarse en la conservación y recuperación absoluta más que en ningún otro espacio, para devolver una plenitud al medio que las haga realmente atractivas y únicas, no sólo como núcleos generadores de riqueza natural, sino como vía para la rentabilidad que pueda suponer su visita, disfrute y reconocimiento, a través de unos muy limitados usos.
En base a todo ello, el primer paso es, pues, el delimitar las tres categorías de protección que van a permitir la puesta en marcha del “rewilding” moderado, entendiendo como tal aquel que devuelve al mayor número de especies posibles de forma libre a la naturaleza.
En primera instancia, consecuentemente, se debe llevar a todos los componentes actuales de la fauna ibérica, según hábitat, a esas zonas de mayor protección y representatividad.
Téngase en cuenta que la estrategia de proteger espacios naturales, o las mismas especies, no resulta ni de lejos igual de efectiva para todas ellas.
Para muchas aves, por ejemplo, las barreras son fácilmente superables, dándose el caso de una expansión considerable a partir de su protección y la de espacios más o menos aislados o lejanos, a los que pueden llegar sin demasiadas dificultades, superando nuestras barreras por el aire.
En el caso de los mamíferos el elenco de agraciados se reduce de manera muy considerable, siendo para algunos de ellos prácticamente imposible.

Las tres categorías fundamentales para empezar esta reconquista del territorio “salvaje”, regenerando así el correcto funcionamiento del medio, de la forma más natural posible, serían los Parques Nacionales, Las Reservas-CotosNacionales/Regionales de Caza, y las Reservas Integrales.
En ellas, y como condición indispensable, el retorno del mayor número de componentes faunísticos, en especial, el de los controladores o reguladores; los grandes predadores.
El grado más alto de protección, a las Reservas Integrales, entornos que no necesariamente deben ocupar una extensión grandiosa, sino más bien una mayor proliferación a lo largo del territorio, como pequeños núcleos intocables, de excelente calidad medioambiental, trabajados por los técnicos, científicos e investigadores, con algún cupo de visitas guiadas, al estilo ya existente en Muniellos (5.500 has.), en Asturias,  o por citar otro ejemplo, la Sierra do Invernaderio (5.700 has), en Ourense.

Éstas servirían como refugio inexpugnable a la fauna, a la par que generarían excedentes que fueran saliendo a territorios contiguos, con el fin de ir dispersándose, aun en menor número y bajo otras condiciones de gestión, pero siempre con la finalidad de alcanzar otras áreas de protección extrema, intercomunicando poblaciones.
En un peldaño inferior, pero todavía dentro de la más alta protección, los Parques Nacionales, con usos muy limitados.
La categoría de Parque Nacional debería quedar pues muy cerca de Reserva Integral. 
Los Parques Nacionales son, o deberían ser, las figuras de máxima protección de áreas mucho más extensas,  sumamente especiales por su valor natural, paisajístico, y representativo de los distintos ecosistemas nacionales, y de sus especies.
Por lo tanto, de entrada, su gestión tiene que ir en primerísima instancia orientada a recuperar, una vez más, el funcionamiento correcto de los mismos, a través de la restauración de TODAS las especies que los habitaron, al menos hasta tiempos relativamente recientes (miles de años como mínimo) cumpliendo con la pirámide ecológica y con la cadena trófica. Y para ello, equipos multidisciplinares de científicos de este país, que los hay, y muy buenos, puestos de inmediato en nómina a trabajar sin descanso a tal efecto, primero a reintroducir y restaurar, después a controlar el hábitat.
No hay Parque Nacional que valga si no existe todo el elenco de especies representativas del hábitat.

Reserva Nacional de Caza de Els Ports de Besseit (Tarragona).

A su vez, y al igual que las Reservas Integrales, los parques nacionales sirven o deberían servir para funcionar como núcleos poblacionales garantes y generadores de poblaciones sanas, óptimas, estables, de las especies más representativas y amenazadas. 
De este modo, y a través de corredores que podrían quedar bajo otro tipo de figura legislativa o de gestión, se intercomunicarían distintos parques nacionales, y también reservas-cotos nacionales-regionales de caza, parques naturales, y áreas privadas y comunales o municipales, creando una red de sostenibilidad en el tiempo para el medio salvaje que favorezca siempre un fluir de las especies en términos que garanticen la supervivencia de las mismas.
Ir restaurando la naturaleza en medios humanizados, de eso se trata.
Pero ir restaurando la naturaleza no es contrario ni opuesto a "humanos" o "antrópico", no puede ni debe entenderse como sustitución, aniquilación, expulsión del pérfido humano del paraíso virginal.
La idea, el avance, la tendencia, el objetivo, debe ser el buscar la compatibilidad del hombre con un medio natural adecuado a sus necesidades, pero sostenible en el tiempo con la mayor parte de su grandeza.
¿Qué se podría hacer entonces en un Parque Nacional?.
Ya está dicho, principal y fundamentalmente, conservar, proteger, mantener para hoy y para el futuro el legado natural de una nación, ni más ni menos. Por supuesto, este legado no puede quedar cerrado a los habitantes, pero hay formas y formas de poder disfrutarlos.
Visitas guiadas y controladas, sin ningún género de duda. No necesariamente en vehículo. Rutas de senderismo, e incluso pernoctación en campamentos, regulados, controlados, con cupos, con guía o guarda supervisor y organizador de la estancia. 
Todo ello sería tan poco nocivo con el medio como efectivo a la hora de asegurar la conservación e incluso aumentar la demanda de visita de espacios mucho más salvajes y cautivadores, al estilo de los parques africanos, generando puestos de empleo en el mismo interior del parque. También rutas ecuestres, de poco impacto, un recurso más a gestionar en el interior.

Corredor Sur ibérico.

Dependiendo del tamaño del parque, podrían habilitarse zonas de tránsito libre al público y otras cerradas que deberían llevar siempre guía o guardería.
Y de cualquier modo, prohibición total de ganadería en el interior de los mismos, para evitar daños a las especies reintroducidas o depredadoras. Sólo permitir gestión ganadera en caso de adecuarse a las necesidades de restauración de la fauna extinta, es decir, si se asume la cría y cierta explotación de razas ancestrales o recreadas de caballos, toros y asnos salvajes, o domésticos, pero que formarían parte de la cadena, y por tanto, serían siempre presa de depredadores en mayor o menor medida.
Algo que considero fundamental para una mejor aceptación de los parques en sus territorios, es la formación y contratación de las gentes del lugar para que sirvan de guardas y guías en los mismos.
Normalmente los Parques Nacionales suelen quedar encuadrados o rodeados de áreas de igual o casi igual valor medioambiental, en la mayor parte de casos declaradas como Parque Natural.
Bien, en estas zonas periféricas, y siempre con regulación y orden, se debe ampliar la permisividad de provecho, para beneficio de las poblaciones y las empresas de ecoturismo o relacionadas con el medio, así como también de los hoteles, hostales, albergues, etc., donde la inmensa mayoría del púbico pernoctaría y encontraría una amplia oferta de recreo, siempre potenciando actividades respetuosas con un uso y provecho sostenible del medio.
En realidad, muchos de los pasos ya se contemplan y aplican, otros no, y en esos, es en los que hay que incidir.
Por ahí podrían empezar a tener sentido los Parques Nacionales.
Y es que a menudo escuchamos que muchos parques nacionales, no son “rentables”…¿Acaso su objetivo o función es esa?, o dicho de otro modo, Rentabilidad...¿Acaso no es rentabilidad suficiente el conservar las maravillas naturales, el patrimonio natural, la muestra viva de la evolución sobre la tierra, para admiración y contemplación de las futuras generaciones?
Ya no es cuestión de rentabilidad, es cuestión de decencia y responsabilidad, de moral y ética para con nuestro futuro. Es cuestión de OBLIGACIÓN en un país moderno y avanzado que se precie de serlo.
La rentabilidad económica, a través de actividades y usos, debe venir de la mano de las áreas periféricas, encuadradas en categorías menores, que se benefician de albergar estos espacios intocables de altísimo valor, y garantes de suministro de vida salvaje al resto de zonas.

Provecho del Ecoturismo en el Parc Natural de l'Albufera (Valencia).

A las Reservas Integrales y a los Parques Nacionales, deberían sumarse las Reservas y Cotos Nacionales/Regionales de Caza, como territorios de recuperación total de las especies. 
En estos últimos, evidentemente, se daría ya un distinto grado de gestión y provecho, encaminado a su función y actividad cinegética, pero eso sí, siendo también considerados como áreas clave, puntos estratégicos donde recuperar a todas las especies que cumplan con el correcto funcionamiento de la pirámide ecológica, aun cuando, llegado el momento, si las especies amenazadas se hubieran recuperado de forma bien constatada y contrastada, pudieran pasar a formar parte del listado cinegético.
Estas tres categorías de alta protección, restauración y conservación, serían las fuentes que facilitarían la presencia constante a otras áreas menores, que en distintos grados llegarían a superar incluso las grandes zonas industriales o periurbanas, a través de corredores ecológicos, del mismo modo que todas las infraestructuras existentes en el país deben llegar a contar, en zonas estratégicas, con sus correspondientes pasillos para la fauna, bien sea subterráneos o elevados.
De este modo nos encontraríamos ante el mayor reto de conservación para las generaciones futuras, la creación, a través de distintas áreas con variados grados de protección, usos y provechos, de una serie de corredores naturales que interconectarían no sólo nuestra nación, sino Europa entera.
Algo que, por otro lado, ya se proyecta para el futuro, de hecho existe un interesante proyecto a nivel europeo que incluso tiene ya aprobado su plan estratégico, y que es conocido como El Gran Conector de Los Alpes al Cantábrico.
Abundando en ello, y no sólo aplicado al corredor norte, el resto de la Península debe quedar también conectado, como un todo, siempre a través de distintas áreas de niveles de protección y gestión.

Y para ser honesto, y no volcarlo todo a la crítica constante, cabe admitir que no se ha hecho un mal trabajo durante los años de Democracia que llevamos vividos, ni muchísimo menos, y eso, creo que también es de justicia señalarlo, no siempre tenemos que ver sólo lo malo.
Eso sí, con la experiencia del paso de los años, hay que mejorarlos, interconectarlos, y seguir avanzando en sostenibilidad y viabilidad.
Creo, sinceramente, que cualquier persona que no conozca la situación de nuestro país en cuanto a estos temas quedará un tanto sorprendida de la enorme cantidad de espacios calificados bajo algún tipo de regulación y protección, y eso sin contar que existe un sinfín de otros menores.
El problema es que falta extraerles el provecho que de ellos se espera, la rentabilidad máxima, pero referida en este caso a la verdadera conservación de la Naturaleza.
Por eso me ha parecido interesante que fuéramos viendo unas imágenes globales, de lo que serían los grandes corredores ibéricos, en los que habría que trabajar para terminar de unir las distintas áreas, con el fin de optimizar esa conservación efectiva, que garantice también el legado histórico y cultural.
De tal modo que el Gran Conector Ibérico, unido al resto de Europa por el Pirineo, quedaría más o menos así:

Gran Conector Ibérico.

Porque, por mucho empeño que pongamos, la conservación de espacios y especies amenazadas no se va a lograr en pequeños núcleos aislados. Las comunidades naturales, las especies faunísticas, necesitan de una interconexión poblacional que garantice verdaderamente su viabilidad a medio y largo plazo, y no gastos desorbitados de ingentes cantidades monetarias, que tratan de conservar a las especies amenazadas en áreas aisladas, bolsas endogámicas que son pan para hoy y hambre para mañana, puesto que es una estrategia de salvación limitada al corto plazo.
Las especies requieren de unas condiciones mucho más amplias para su expansión y mantenimiento en el tiempo, con vistas a su sostenibilidad de cara al futuro.







Crédito de imágenes:

Todas las imágenes de esta entrada son de Miguel Llabata.

 

2 comentarios:

  1. Saludos Slyvanus
    El gran conector Iberico tendría que ser una realidad proyectada, donde las carrteras y autovias que las cruzarán, tendrian que tener sus pasos para la fauna o mejor aún, en tramos ser ellas mismas el paso elevado sobre el terreno.
    Puede ser una realidad mejor realizada, viable y más economica, que las acostumbradas intervenciones políticas siempre agresivas, faltas de acierto y derrochadoras en caros proyectos no siempre entendibles ni duraderos.

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  2. Aquí debería venir un comentario de Adrián Rodríguez, del blog Yurakuna.
    Aprovecho antes de nada para enviarte un gran saludo, Adrián.
    No sé si sabrás que en este espacio, y debido a la indefinida nueva L.P.I., no cuelgo ya enlaces.
    De todos modos tu comentario no va a quedar silenciado, ni mucho menos.
    Adrián nos dice:
    "Creo que este pequeño artículo que escribí, mucho menos optimista, trata de algo parecido"...
    Podéis visitarlo en su blog, Yurakuna, y lleva por título "Por favor, dejen que me marche".
    Por cierto, un gran artículo, aunque hay algo que no comparto; una ardilla podía atravesar Hispania, del Pirineo a Gibraltar, y casi, casi, aún hoy podría hacerlo, bajando por la cordillera Costero Catalana, los montes del Sistema Ibérico Meridional, Sierras Alicantinas, Murcianas y Andaluzas...,;-)

    Gracias una vez más por participar, Adrián. Un abrazo.

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